viernes, 12 de diciembre de 2014

El origen de la ciudad de Barcelona

Los orígenes de la ciudad de Barcelona son confusos. Antes de la conquista romana de la península Ibérica, el área del plano de Barcelona  conserva restos de finales del neolítico. Posteriormente se desarrolló la cultura de los layetanos, un pueblo íbero. Se tiene constancia de dos poblaciones vecinas, Barkeno, situada sobre el monte Táber (actual Ciutat Vella) y Laie, cuya localización se situaría en las faldas de la montaña de Montjuïc (siglos III y II a. C.). Al parecer también hubo un pequeño asentamiento griego, de nombre Kallípolis.



Leyendas sobre la fundación

Dos leyendas principales dan cuenta del origen de la ciudad:

La primera de ella, atribuye la fundación a Hércules hijo de Zeus, dios del Olimpo, y de la mujer mortal Alcmena (hija del rey Electrión de Micenas). Heracles se ve obligado a realizar una serie de doce trabajos ( Mito de Gerión y los doce trabajos ) ordenados por Euristeo, rey de la Argólida (región que comprendía a Micenas, Midea y Tirinto), como penitencia por haber dado muerte con sus propias manos a dos de sus hijos y dos sobrinos. Cuando ha finalizado el cuarto de dichos trabajos, Heracles, se une a la expedición de Jasón, en la búsqueda del Vellocino de oro, en la nave Argos, con la que cruzaría el mar Mediterráneo, pero al alcanzar las costas catalanas, una tremenda tempestad, dispersó la flota de los argonautas. Al conseguir reagruparse de nuevo, Jasón, echó en falta una de las nueve naves que conformaban la expedición, y ordenó a Heracles que fuese en su búsqueda. Después de un intenso rastreo, Heracles encontró los restos del naufragio de la "barca nona" (novena barca) muy cerca del lugar donde hoy día se ubica la montaña de Montjuic (monte judío). El lugar les pareció tan acogedor a Heracles y a sus acompañantes, que con la ayuda del dios Hermes (dios de las artes y del comercio), decidieron fundar una nueva ciudad a la que darían el nombre de la embarcación que los había llevado hasta allí: Barcanona, y que con el transcurrir del tiempo pasaría a denominarse Barcelona.

La leyenda del origen cartaginés otorga a Amílcar Barca, padre de Aníbal, la fundación de la ciudad. Durante la Segunda Guerra Púnica (218-202 a. C.), Cartago, liderado por Aníbal Barca, ocupó la población en el transcurso de su marcha hacia los Pirineos hacia el 218 a. C. con el nombre de Barkenon, Barcelino o Barci Nova en relación a su linaje. Esta etimología también es referida a menudo respecto a Aníbal Barca. Otra versión relaciona ambas leyendas mediante una fundación de Hércules y una reconstrucción posterior por parte de Amílcar.

En cualquier caso, estos orígenes se han basado en conjeturas sin base arqueológica ni histórica, propuestos por crédulos historiadores medievales del siglo XV como Pere Tomic o Jeroni Pau. El origen etimológico está bien fundamentado en el topónimo layetano e ibérico, y es defendido por lingüistas y etimólogos de renombre como Joan Coromines.

Emperador Augusto

Así pues, en el año 48 a.C obtenía el rango de colonia, y durante el control de Roma por Augusto (27 a. C. - 14 d. C.), que convirtió sus dominios en imperio, se formalizó el nombre de Barcino (entre el 15 y 10 a. C.), forma reducida de la oficial Colonia Faventia Iulia Augusta Pia Barcino, La mención de Colonia hace referencia a una ciudad fundada para distribuir tierras entre los soldados romanos retirados del ejército.

En la refundación de Augusto, Barcino tomó la forma urbana de castrum inicialmente, y oppidum después, con los habituales ejes organizadores Cardus Maximus y Decumanus Maximus y un espacio central o foro, asentado sobre el montículo Mons Taber (25 msnm), ya ocupado por la presencia layetana. El conjunto estaba amurallado, con un perímetro de 1,5 km y protegiendo un recinto de 12 ha.